La situación de los bebés en Gaza es alarmante, ya que muchos nacen con bajo peso y enfrentan graves problemas de salud debido a la desnutrición provocada por el cerco israelí. UNICEF ha reportado que al menos 165 niños han muerto por desnutrición durante el conflicto, y las madres hambrientas están dando a luz a bebés prematuros que luchan por sobrevivir. La proporción de recién nacidos con bajo peso ha aumentado drásticamente desde antes de la guerra, lo que refleja el impacto devastador del hambre en mujeres embarazadas y lactantes. A pesar de los esfuerzos para proporcionar ayuda, se requiere un aumento significativo en la asistencia humanitaria para abordar esta crisis. La apertura del paso fronterizo de Rafah podría facilitar la llegada de suministros esenciales y mejorar la situación nutricional en la región.
La situación en Gaza es alarmante, especialmente para las madres y sus recién nacidos. Una alta funcionaria de UNICEF ha revelado que el cerco impuesto por Israel ha llevado a una crisis de desnutrición que afecta gravemente a la población más vulnerable. Las mujeres embarazadas, que han padecido hambre, ahora dan a luz bebés con bajo peso o prematuros, quienes enfrentan una dura lucha por sobrevivir en unidades de cuidados intensivos.
Tess Ingram, directora de comunicación de UNICEF, ha informado desde el enclave devastado que al menos 165 niños han muerto de manera «dolorosa y evitable» debido a la desnutrición durante el conflicto entre Hamás e Israel. Este problema se agrava con el hambre aguda que sufren las mujeres embarazadas y lactantes, lo que provoca un efecto dominó devastador en miles de recién nacidos.
Ingram compartió su experiencia en los hospitales de Gaza, donde ha visto a varios recién nacidos pesando menos de un kilogramo, luchando por mantenerse con vida. La portavoz destacó que los bebés con bajo peso al nacer tienen aproximadamente 20 veces más probabilidades de morir que aquellos con un peso normal.
Antes del inicio del conflicto en 2022, el Ministerio de Salud de Gaza reportaba un promedio mensual de 250 nacimientos con bajo peso, equivalente al 5% del total. Sin embargo, durante la primera mitad de 2025, esa cifra aumentó al 10%, alcanzando hasta 460 bebés al mes en los tres meses previos al alto el fuego.
Ingram explicó que el bajo peso al nacer es resultado directo de la mala alimentación materna, el incremento del estrés y la limitada atención prenatal. En Gaza se observan estos tres factores simultáneamente, y la respuesta humanitaria no ha sido suficiente ni rápida.
En octubre pasado, más de 8,300 mujeres embarazadas y lactantes fueron hospitalizadas por desnutrición aguda. Esta tendencia representa una grave advertencia sobre el futuro inmediato: se prevé un aumento significativo en los nacimientos de bebés con bajo peso en Gaza en los próximos meses.
La ONU está tomando medidas para abordar esta crisis mediante la sustitución de equipos médicos esenciales destruidos durante el conflicto. UNICEF también está proporcionando suplementos nutricionales a decenas de miles de mujeres embarazadas y lactantes para prevenir la desnutrición y está realizando pruebas para detectar casos agudos entre niños pequeños.
A pesar de estos esfuerzos, es crucial aumentar la ayuda humanitaria hacia Gaza. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ha destacado varios obstáculos persistentes para llevar asistencia a los más necesitados, incluyendo inseguridad y problemas logísticos en los pasos fronterizos.
La apertura del paso fronterizo de Rafah podría facilitar el flujo necesario de camiones humanitarios y contribuir a reducir los niveles alarmantes de malnutrición infantil. Ingram enfatizó la necesidad urgente de alimentos nutritivos y otros suministros comerciales para reabastecer los mercados locales y hacerlos accesibles a las familias afectadas.
Ingram advirtió sobre las consecuencias generacionales del conflicto: «Generaciones enteras han quedado marcadas por lo que han sufrido». Este impacto se observa diariamente en hospitales y clínicas donde las secuelas son evidentes pero menos visibles que las heridas físicas.
El efecto dominó —el impacto negativo sobre madres e hijos debido a la malnutrición y el estrés— es algo que podría haberse evitado. «Ningún niño debería ser marcado por la guerra antes incluso de dar su primer aliento», concluyó Ingram, haciendo eco del sufrimiento causado por las restricciones impuestas a la ayuda humanitaria y subrayando la necesidad imperiosa del respeto al derecho internacional humanitario.
| Cifra | Descripción |
|---|---|
| 165 | Número de niños que han fallecido por desnutrición durante la guerra. |
| 250 | Media de bebés que nacían al mes con peso inferior a 2.5 kg antes de la guerra. |
| 300 | Proporción de bebés que nacen al mes con bajo peso en la primera mitad de 2025. |
| 460 | Número de bebés al mes con bajo peso en los tres meses anteriores al alto el fuego. |
| 8300 | Mujeres embarazadas y lactantes ingresadas para tratamiento por desnutrición aguda en octubre. |
UNICEF ha alertado sobre la grave situación de desnutrición que enfrentan las madres y los bebés en Gaza, donde muchos recién nacidos están siendo afectados por el bajo peso al nacer debido a la falta de alimentos y atención adecuada durante el conflicto.
Al menos 165 niños han fallecido de forma "dolorosa y evitable" por desnutrición desde el inicio del conflicto entre Hamás e Israel, según Tess Ingram, directora de comunicación de UNICEF.
El bajo peso al nacer suele deberse a la mala alimentación de las madres, el aumento del estrés materno y la atención prenatal limitada. En Gaza, se están observando estos tres factores como consecuencia del conflicto.
UNICEF ha proporcionado suplementos nutricionales a mujeres embarazadas y lactantes, ha realizado pruebas de detección de desnutrición aguda en niños pequeños y ha inscrito a estos niños en programas de tratamiento.
Es urgente que llegue más ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, incluyendo alimentos nutritivos, para reducir el número de niños con malnutrición y mejorar las condiciones generales de salud.
El conflicto está alterando generacionalmente a las familias, afectando no solo a los bebés nacidos ahora sino también a sus madres, quienes sufren las consecuencias del estrés y la malnutrición.