Revista Hora Punta

Interpretamos o malinterpretamos señales

Mayte Sastre | Jueves 16 de julio de 2015
Las personas poseemos una variada gama de acciones que nos ayudan a realizar las actividades en nuestros días, así mismo somos conscientes que cada una de ellas puede interpretarse de diferentes formas según el momento, la situación y, sobre todo, según la persona.

Entre ellos podemos encontrar gestos, poses, actitudes, sonrisa, contacto visual, tono de voz… conocidos como lenguaje corporal. El lenguaje corporal que adoptamos las personas cuando interactuamos con alguien por quien sentimos atracción o interés sexual es muy revelador; pero ocurre que, a menudo, se ven señales de cortejo donde no las hay o, por el contrario, no las comprendes aunque tengas a un equipo entero con luces de colores indicándolo.

Se ha pensado que el encontrar el momento y darte cuenta de las señales tenía que ver con el carácter de la persona, pero ahora ya hay estudio que lo avala y nos da directrices de hacia donde tendemos si somos hombres o mujeres.

La investigación, para la que se contó con 308 participantes heterosexuales (el 59% de ellos mujeres) con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años, concluyó que tanto hombres como mujeres malinterpretan las “señales” del sexo contrario, aunque, a la hora de confundir estas “pistas”, son ellos los que se llevan la palma. Ojo, que no lo digo yo, que lo dicen los tipos estos de Noruega, aunque lo cierto es que los resultados de su estudio coinciden 100% con los de otro realizado en 2003 en Estados Unidos.

Al parecer, ellos tienden a confundir la amistad y las sonrisas con el interés sexual, y ellas, por su parte, suelen pensar que las distintas muestras de cortejo que ellos les lanzan son simplemente amabilidad. “El hecho de que ambos estudios coincidan plenamente debilita alegaciones alternativas sobre que los roles sociales de hombres y mujeres en diferentes culturas determinan su psicología en estas situaciones.

Si nos centramos en el proceso de atracción nos encontramos con los siguientes cinco pasos predecibles:

  • Fase 1: contacto visual: una persona echa un vistazo a la sala y detecta a la otra persona que le gusta- espera hasta que la persona se percata de su presencia y mantiene la mirada durante cinco segundos, para apartarla acto seguido. La persona sigue observándole para ver si la otra persona vuelve a hacerlo. Antes que la segunda persona se percate de lo que sucede, la primera persona tiene que mirarlo tres veces , como media. Este proceso de miradas puede repetirse varias veces y marca el inicio del flirteo.
  • Fase 2: Sonrisa. La primera persona le regala un par de sonrisas fugaces. Se trata de una media sonrisa rápida cuyo objetivo es dar luz verde a la segunda persona para que inicie la aproximación. Desgraciadamente, no todas las personas responden a estas señales y por tanto la primera persona se queda con la sensación de que la potencial pareja no siente ningún tipo de interés.
  • Fase 3: Pavoneo. La primera persona se sienta bien erguida para su silueta y mostrarse lo más atractiva posible. En el caso de estar de pie, se suele ladear las caderas, dejar el cuello al descubierto. Se suele humedecer los labios, colocar la ropa.. la segunda persona responderá con gestos como ponerse bien erguido, meter estómago, hinchar el pecho, ponerse bien la ropa, esconder los pulgares en el interior de la ropa. Ambos mueven los pies o el cuerpo entero en dirección al otro.
  • Fase 4: Conversación. La segunda persona se aproxima e intenta iniciar la charla con frases hechas cuya intención es romper el hielo
  • Fase 5: Contacto. La primera persona busca una oportunidad para tocar brevemente el brazo, seo o no accidental. Tocar la mano indica un nivel superior de intimidad que tocar un brazo. Los contactos van repitiéndose por niveles para comprobar con ello si la otra persona se siente cómoda con los diversos niveles de intimidad y hacerle saber que el primer contacto no ha sido accidental. Un suave roce en el hombro sirve para comunicar que la persona está interesada por el estado de salud y el aspecto. Estrecharse la mano es una forma rápida de pasar a la fase de contacto.

Por tanto, todos tenemos claramente señales establecidas para acercarnos a las otras personas. Somos capaces de reconocerlas o las dejamos pasar, bien por desconocimiento o por falta de autoestima.


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