Revista Hora Punta

Una posible señal de ondas gravitacionales mantiene en vilo al mundo

Rafa Bernaldo de Quirós | Miércoles 03 de febrero de 2016
Albert Einstein, allá donde esté, podría estar a punto de ver cómo se hace realidad una de sus grandes y más polémicas predicciones sobre el universo. Las curvas en el espacio-tiempo generadas por los fenómenos más violentos del cosmos nunca han podido ser demostradas, ni tampoco refutadas.

Tal y como explico el propio Einstein hace justo 100 años, su existencia es una consecuencia natural de la teoría general de la relatividad.

A pesar de no haber sido demostradas en todo un siglo, el físico teórico Lawrence Krauss, de la Universidad Estatal de Arizona, daba la voz de alarma a través de Twitter, anunciando que las ondas gravitacionales habrían sido captadas por primera vez por el experimento LIGO: “Mi rumor sobre LIGO ha sido confirmado por fuentes independientes”, escribía el científico.

La predicción de Krauss no tiene confirmación oficial, aunque la comunidad científica lleva esperando un anuncio como este desde hace meses, ya que podríamos estar ante uno de los hallazgos más importantes respecto a la física de nuestra historia reciente.

Las ondas gravitacionales son resultado de los mayores cataclismos del universo, por ejemplo la colisión de dos agujeros negros. Hasta ahora estos eventos han sucedido tan lejos que las ondas que producen, muy atenuadas, son indetectables cuando llegan a la Tierra.

Sin embargo, hace una semanas, un experto en agujeros negros y uno de los padres de LIGO, explicaba por qué hay tantas expectativas puestas en este experimento: “Estos detectores [...] son tan sensibles que pueden captar un choque de agujeros negros a 1.000 millones de años luz de la Tierra, es decir, un décimo de la distancia hasta el límite del universo observable”, y añadía: “Si tenemos suerte, captaremos algo en la primera búsqueda”.

¿Qué es LIGO?

Se trata de una tela de araña de tecnología punta. Sus hilos son de luz láser y estos se encuentran en dos detectores separados por más de 3.000 kilómetros, uno en el estado de Washington y otro en Luisiana. Si las ondas gravitacionales atraviesan la zona de observación, el haz de luz modificaría ligeramente su posición, lo que permitiría detectarlas.

El pasado septiembre el experimento comenzó a tomar datos después de una importante renovación para aumentar su sensibilidad. Tenía previsto parar en diciembre, pero algo hizo que sus responsables lo hayan mantenido en marcha.

LIGO tiene previsto llevar a cabo una nueva tanda de observaciones en junio, con una sensibilidad aún mayor. Y en esa ronda se le unirá VIRGO, el observatorio europeo que también ha sido mejorado para la ocasión. De ahí que muchos expertos confíen en que este año se escuche por primera vez el sonido del universo que predijo Einstein hace 100 años.

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