En femenino

España sigue unos patrones muy tradicionales de género

Estilo y Salud | Jueves 18 de marzo de 2021
Las características de la pareja (nivel educativo y estado de salud) y del hogar en general (capacidad económica y brecha de edad del cónyuge) afectan a la salud de las personas mayores de 65 años, sobre todo si son mujeres.

La salud de las mujeres de 65 años y más muestra estar relacionada, además de con sus propias características socioeconómicas, con las de sus parejas, como consecuencia de las normas de género tradicionales. Esta es una de las principales conclusiones de una investigación liderada por Jordi Gumà, investigador del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la UPF, hecha conjuntamente con Jeroen Spijker, investigador Ramón y Cajal I3 del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (CED-UAB), y centrada en el caso de España.

El estudio, publicado en Gaceta Sanitaria y recogido por DICYT, analiza las diferencias de salud entre la pobiación española de 65 a 81 años de edad que vive en pareja. Según Jordi Gumà, que es miembro del Grupo de Investigación en Sociodemografía (DEMOSOC) de la UPF, esta situación se agrava por varios motivos: "El hecho de tratarse en muchos casos de las cuidadoras de sus parejas (de sus hombres), implica un doble impacto sobre la salud femenina como consecuencia de las desigualdades de género: por ser dependientes económicamente de sus parejas; y por el hecho de tener que asumir una mayor carga diaria como cuidadoras", explica.

El estudio, publicado recientemente en su versión final impresa en la revista Gaceta Sanitaria, analiza las diferencias de salud entre la población española de 65 a 81 años de edad que vive en pareja, considerando tanto las características socioeconómicas de ambos miembros de manera individual como combinada. Se trata de un enfoque pionero respecto a las investigaciones realizadas hasta ahora, que se han centrado en el análisis individual.

El objetivo general del estudio ha sido determinar si además del nivel educativo del propio individuo, un indicador habitual en este tipo de investigaciones, también las características de la pareja (nivel educativo y estado de salud) y del hogar en general (capacidad económica y brecha de edad del cónyuge) afectan a la salud de las personas de 65 años y más que viven conjuntamente.

El estado de salud del otro miembro de la pareja, un factor determinante

El estudio demuestra que la convivencia con una pareja que no tiene buena salud se asocia con casi el doble de probabilidades de estar en la misma situación, y que la salud de las mujeres es significativamente mejor si su nivel educativo es superior al de su pareja, un resultado que fue menos significativo en el caso de los hombres.

"El estado de salud del otro miembro de la pareja es la variable que muestra el mayor efecto sobre la salud de la población española de 65 años y más que vive bajo este modelo de convivencia, aunque la salud de las mujeres parece ser más sensible al nivel educativo de su pareja y a la situación económica general del hogar", afirman los autores.

"Según nuestros resultados, vivir con un marido mayor, con una salud delicada, penaliza la salud femenina".

En este sentido, la investigación encuentra una clara implicación de género: "Según nuestros resultados, vivir con un marido mayor, con una salud delicada, penaliza la salud femenina. Por el contrario, la carga de trabajo adicional es menor para los maridos cuando sus mujeres tienen una salud deficiente, ya que los hombres suelen compartir esta carga con otros familiares, principalmente mujeres, sobre todo hijas o nueras", apuntan.

Por otra parte, el estudio ha demostrado la existencia de un efecto de apareamiento selectivo, ya que es más probable que en una pareja coincidan dos personas con un perfil socioeconómico y muchas veces un comportamiento similar. Este apareamiento selectivo (parejas que se parecen a uno mismo) a edades más jóvenes, puede tener un efecto acumulativo sobre la salud a lo largo de los años, como consecuencia de factores de comportamiento, tales como fumar, dieta, consumo de alcohol, etc.

El caso peculiar de España, con unos roles de género muy tradicionales

El estudio se ha centrado en analizar el caso de España, a partir de una muestra de cerca de 1.800 personas del año 2015 de la Encuesta Europea de Ingresos y Condiciones de Vida de personas mayores (de 65 a 81 años) que conviven en pareja. A partir de modelos de regresión logística independientes para mujeres y hombres, los autores obtuvieron la estimación de las probabilidades de no tener buena salud autopercibida (cómo una persona percibe su propio estado de salud general).

En España, la expansión educativa y la inserción masiva de mujeres en el mercado laboral se inició más tarde que en otros países de la Europa occidental. Afirman que eligieron España como caso de estudio porque hasta ahora, las investigaciones sobre la relación entre perfiles educativos conjuntos (de la pareja y propios) y estado de salud se habían centrado en EEUU o en los países del norte, oeste y centro de Europa, pero no se había analizado ningún país del sur del continente europeo.

Además, según los autores, España es un caso especialmente interesante porque la expansión educativa y la inserción masiva de mujeres en el mercado laboral se inició más tarde que en otros países de la Europa occidental. En consecuencia, "los roles productivos y reproductivos en España siguen unos patrones muy tradicionales de género para las cohortes más antiguas estudiadas, por lo que el estado socioeconómico femenino está muy determinado por el estatus de sus parejas", apuntan.

Una investigación que puede ayudar a orientar las políticas sanitarias

Para los autores, una contribución relevante que su estudio puede aportar a las políticas públicas es que "no sólo deben orientarse hacia los grupos vulnerables típicos, como las familias monoparentales o con bajos ingresos, sino también hacia las personas jubiladas con pareja de baja formación". Asimismo, destaca que "los resultados del estudio son particularmente relevantes para los profesionales de la salud que están en contacto diario con pacientes, ya que demuestran que las desigualdades en salud quedan más determinadas en gran medida a nivel doméstico que a nivel individual", concluyen.

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