Los traumatismos cerebrales, resultantes de accidentes, caídas o deportes de contacto, no solo tienen efectos inmediatos en la salud, sino que también se ha demostrado que aumentan el riesgo de desarrollar demencia y deterioro cognitivo a largo plazo. Investigaciones indican que hasta un 3% de los casos de demencia podrían prevenirse evitando estos traumatismos. La gravedad del daño cerebral y la frecuencia de los impactos son factores determinantes en el riesgo de demencia. Además, las lesiones pueden desencadenar procesos como inflamación y acumulación de proteínas anormales, que están asociadas con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. La prevención es clave, incluyendo medidas como el uso de cascos y la adaptación del entorno para evitar caídas. Es fundamental una gestión adecuada tras una lesión y el seguimiento a largo plazo para detectar posibles síntomas de deterioro cognitivo.
Un equipo del Instituto de Óptica del CSIC y el CNRS ha desarrollado un nuevo modelo matemático que describe el funcionamiento de las neuronas en la corteza visual, lo que podría revolucionar el diseño de redes neuronales artificiales. Este avance permite una mejor comprensión de los procesos neuronales y supera limitaciones del modelo clásico propuesto en 1959. Los investigadores destacan la importancia de incluir propiedades dendríticas para replicar más fielmente el funcionamiento cerebral. Este nuevo enfoque promete mejorar la estabilidad y precisión de las redes neuronales, facilitando su aplicación en inteligencia artificial y visión por computadora.
Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha logrado identificar el origen de las corrientes eléctricas en el cerebro de pacientes epilépticos, un avance que podría personalizar los tratamientos para esta enfermedad. El estudio, publicado en The Journal of Neuroscience, utiliza registros intracraneales para distinguir entre la actividad eléctrica normal y epiléptica, mejorando así la precisión en la localización de focos epilépticos. Este enfoque innovador, que emplea técnicas biomatemáticas avanzadas, promete optimizar las intervenciones clínicas y reducir secuelas en los pacientes.
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La investigación en Alzheimer enfrenta retos cruciales, especialmente en el diagnóstico precoz y el acceso a nuevos tratamientos. Con la reciente aprobación de lecanemab y donanemab, se abre una nueva era en el tratamiento de la enfermedad, permitiendo modificar su curso en fases iniciales. Sin embargo, es fundamental mejorar los sistemas de diagnóstico y acceso para que estos medicamentos lleguen a los pacientes adecuados. Además, estudios recientes sugieren una relación entre el virus del herpes simple tipo 1 y el Alzheimer, lo que podría abrir nuevas vías de prevención. En España, entre 500.000 y 1.000.000 de personas padecen esta enfermedad, lo que subraya la urgencia de avanzar en la investigación y desarrollo de terapias efectivas.
El tratamiento para el Alzheimer ha evolucionado significativamente, pasando de enfoques que solo aliviaban los síntomas a la introducción de nuevos fármacos como lecanemab, que actúan sobre las causas biológicas de la enfermedad. Aunque los tratamientos actuales no curan, ayudan a mejorar la calidad de vida de los pacientes. Los medicamentos disponibles incluyen inhibidores de la acetilcolinesterasa y memantina, que son efectivos en diferentes etapas de la enfermedad. La investigación continúa con 182 ensayos clínicos activos que buscan modificar el curso del Alzheimer, centrándose en la acumulación de beta amiloide y otros mecanismos subyacentes. A pesar de los avances, es crucial ser cauteloso con las promesas de curas milagrosas y consultar siempre con profesionales médicos antes de seguir tratamientos alternativos.
Brian Pennie fue adicto a la heroína. Estudiante de un doctorado, tras hacer rehabilitación, decidió estudiar la composición y funcionalidad del cerebro para cambiar sus hábitos.
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