El ejercicio físico se ha vuelto fundamental en la prevención del Alzheimer y la demencia, según estudios recientes que destacan su impacto positivo en la salud cerebral. Esta enfermedad, que comienza a desarrollarse antes de manifestar síntomas, puede verse influenciada por un estilo de vida activo. Incorporar actividad física en la rutina diaria no solo beneficia a quienes tienen antecedentes familiares de Alzheimer, sino también a aquellos que buscan proteger su salud cognitiva a largo plazo. La evidencia científica respalda la importancia del ejercicio como una herramienta accesible para cuidar el cerebro y prevenir el deterioro cognitivo.
La cantidad de masa grasa y muscular, así como su distribución en el cuerpo, son clave en el desarrollo de enfermedades crónicas asociadas a la obesidad.
Dejando un poco de lado el refranero español, que invita a no guardar bufandas hasta el 40 de mayo, con los primeros rayos de sol nos brotan unas ganas enormes… ¡de terrazas!